sábado, 17 de julio de 2010

Era el típico estudiante de medicina a punto de graduarse.
Se creía Dios.

Tan jóven e inteligente decían en los pasillos de la empresa familiar.
Lo tenía todo; una novia adorable la cual aguardaba la promesa de matrimonio y un ofrecimiento en una importante clínica de la ciudad.

Su hobbie era viajar, conocía gran parte del mundo ya sea sólo ó en compañía de los amigos.


Lo único que lamentaba era que dentro de unos meses iría a perder su identidad; solo lo iban a conocer como "El doctor".

Pero internamente esperaba con ansias ese momento para el cual el había nacido.
Sabía que su madre iba a organizar una fiesta en su honor para anunciarle al mundo que al nene lo habían sacado bueno y que finalmente era alguien en la vida.

También sabía que su novia ya había planeado toda la boda sin su consentimiento; por momentos creía que ella solo deseaba ser la mujer de alguien de doble apellido y de gran pasar.

Bastante arrogante y snob por momentos para sus tempranos 27 años, tómame ó déjame solía decir y la mayoría de las veces (por conveniencia) lo aceptaban.

Su mejor amigo de toda la vida le había organizado una despedida de soltero sorpresa(idea que el consideraba nefasta).
Lo llevaron diciendole que solo iban a jugar al póker en un bar nuevo muy chic de la zona.

Al apenas abrir la puerta se dió media vuelta haciendo un gesto de total desprecio ; gracias a su amigo que lo convenció de quedarse solo quince minutos aceptó entrar.

Encendió un cigarilllo y pidió whisky, en todo momento miraba para afuera incómodo como si el ambiente apestara a algo.

El broche de oro lo dió una señorita que salió de un pastel, tal película americana, bañándose de champagne y con diminutas ropas.

Es toda tuya, le dijeron al oído, es mas fácil que decir hola.
Los miró por unos momentos agarró su saco de la silla y se fué.

Quiso caminar un rato, todavía era temprano y la noche era ideal,
no pensaba nada en especial, solo el celular que no dejaba de sonar le aturdía en su lenta caminata.

Veía que venía alguien muy apurado pero el humo de su cigarrillo no lo dejó ver, cuando de repente choca contra un cuerpo; ¿podrías tener mas cuidado la próxima vez, lo creés posible?

Era la chica del pastel vestida con unos jeans desgastados y una remera suelta, se veía bastante normal.

Lo tomó por total sorpresa, por su reacción y su belleza.
Le pidió disculpas, ella se alejaba, cuando se oyó un ¿¡cuánto me cobrás?!.
Ella se dió media vuelta y le dijo ¿cuánto tenés? abrió la billetera nervioso y sacó un billete de cincuenta.

Seguí soñando le contestó; mínimo un auto.
No tengo tanto y cerró su billetera con cara de decepción.

¿ Quién te dijo qué trabajo de eso? lo hubiese hecho gratis; el sonrió. Ella se tomó un taxi que la llevaría a casa.

El siguió camino y se encontró a sus amigos a los cuales insultó, y quienes obviamente no le creyeron ni media palabra de lo sucedido.

Solo faltaba una semana para la boda; ya había rendido su última materia y esta era la última jornada de su residencia.

Ya lo llamaban doctor y el sentía que su pecho se inflaba cada vez que lo escuchaba, se llevaba mal con un par de enfermeros pero solo era por su falta de profesionalismo que lo llevaba a cometer errores los cuales dejaba abandonados a terceros.

A la noche lo esperaba una velada romántica con su ya comprometida de casi 10 años y luego la fiesta en su honor.

Bajando las interminables escaleras de la facultad con su impecable delantal, tropieza con alguien al cual lo hace caer un par de escalones.

Asustado baja rapidamente; ¿disculpe esta bien?-
Si, solo la rodilla me sangra un poco, fué un raspón... que arde.

El rió, ella levantó su mirada y sorprendida también le sonrió.

Era la bailarina de aquella noche.

Jamás llegó ni a la cita ni a la fiesta en su honor...


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