martes, 20 de julio de 2010

Silencio, calma y paciencia

Existen esos momentos en donde uno se da cuenta que esta exactamente donde toda la vida anheló estar.

Eso mismo le pasaba a Sara, ya había cumplido 30 años, su familia se había llenado de adorados sobrinos, sobrinas y tenía un muy buen empleo que le dejaba el tiempo suficiente para realizar sus hobbies que eran pintar y diseñar ropa.

Sus días transcurrían casi rutinariamente pero ella se sentía satisfecha y no se quejaba.

Llevaba en su espalda (y en su corazón) una deuda pendiente consigo misma; años, tras años se había entregado a la ardua busca de encontrar pareja, específicamente alguien que la quiera.

Una y mil veces chocó con la misma pared, frecuentaba hombres que solo ansiaban aventuras ó en su mayoría, aquellos que prometían y desaparecían por la madrugada.

Se había acostumbrado, se sentía la eterna amante y para colmo de males su apariencia la ayudaba lo suficiente para atraer la atención de determinados individuos.

Es sabido que cuando uno renuncia a determinado asunto, casi por obra de magia, Dios ó el cosmos te lo cruza en el camino y se cumple lo que antes parecía imposible.

Sara se entregó por completo , lo amó de todas las formas posibles, fué recíproco y la invadía una dicha desconocida.

A medida que pasaba el tiempo, ella se empezó a sentir más insegura, temerosa del futuro de ambos. Su mente no descansaba y los fantasmas de la traición y del abandono no la dejaban en paz.
Paso un tiempo y ese ser agobiado por sus actitudes se alejó.

Ella creyó morir.

Resignada, luego de un par de semanas de llanto intenso, retomó su rutina.
Le parecía mentira, haber tenido entre sus manos ese sentimiento tan hermoso y que por su culpa se había esfumado.

Rezaba, rezaba mucho, ese era su mayor consuelo.
Volvió a retomar su papel de amante sin éxito alguno.

Por las noche cuando apoyaba su cabeza en la almohada, se daba cuenta uno a uno de todos los errores cometidos y le parecía tan fácil ahora remediarlos…pero ya era demasiado tarde.

Empezó a psicoanalizarse, a leer mucho y a dedicarse a ella.

Para su ironía los fantasmas perturbadores habían desaparecido por completo.
Un día sin aviso alguno la magia volvió a tocar a su puerta, era el mismo ser de tiempo atrás, ella se sintió viva nuevamente, lo volvió a amar, le habían regalado una segunda oportunidad para remediar por lo que tanto se maldecía.

Está feliz, siente paz cuando él le habla, se siente plena.

Esta tarde aburrida miraba la calle a través de su ventana, lo extrañó y le mandó un mensaje para sentirlo más cerca; el no contestaba, pasaban los minutos, diez, veinte, media hora y no recibía respuesta.

Su cuerpo empezó a retomar esos síntomas que ella había creído que jamás volverían, sus ojos se llenaron de lágrimas y se empezó a desesperar, cuarenta y cinco minutos habían pasado.

Rezó, se entregó prometiendo que si encontraba respuesta no volvería a sentirse así.

Una hora, ya no daba mas, su cuerpo y alma habían vuelto exactamente al mismo lugar donde tiempo atrás la habían aturdido tanto.

Escuchó un zumbido, tembló, era él.

Sara se lamentó miró al cielo y afirmó; este es mi gran defecto, estoy esperando su error para volverme a sentirme segura en mi rutina, no pudiendo congeniar con la aventura del amor .

Necesito, silencio, calma y paciencia.

Les prometo…empiezo HOY.

sábado, 17 de julio de 2010

Era el típico estudiante de medicina a punto de graduarse.
Se creía Dios.

Tan jóven e inteligente decían en los pasillos de la empresa familiar.
Lo tenía todo; una novia adorable la cual aguardaba la promesa de matrimonio y un ofrecimiento en una importante clínica de la ciudad.

Su hobbie era viajar, conocía gran parte del mundo ya sea sólo ó en compañía de los amigos.


Lo único que lamentaba era que dentro de unos meses iría a perder su identidad; solo lo iban a conocer como "El doctor".

Pero internamente esperaba con ansias ese momento para el cual el había nacido.
Sabía que su madre iba a organizar una fiesta en su honor para anunciarle al mundo que al nene lo habían sacado bueno y que finalmente era alguien en la vida.

También sabía que su novia ya había planeado toda la boda sin su consentimiento; por momentos creía que ella solo deseaba ser la mujer de alguien de doble apellido y de gran pasar.

Bastante arrogante y snob por momentos para sus tempranos 27 años, tómame ó déjame solía decir y la mayoría de las veces (por conveniencia) lo aceptaban.

Su mejor amigo de toda la vida le había organizado una despedida de soltero sorpresa(idea que el consideraba nefasta).
Lo llevaron diciendole que solo iban a jugar al póker en un bar nuevo muy chic de la zona.

Al apenas abrir la puerta se dió media vuelta haciendo un gesto de total desprecio ; gracias a su amigo que lo convenció de quedarse solo quince minutos aceptó entrar.

Encendió un cigarilllo y pidió whisky, en todo momento miraba para afuera incómodo como si el ambiente apestara a algo.

El broche de oro lo dió una señorita que salió de un pastel, tal película americana, bañándose de champagne y con diminutas ropas.

Es toda tuya, le dijeron al oído, es mas fácil que decir hola.
Los miró por unos momentos agarró su saco de la silla y se fué.

Quiso caminar un rato, todavía era temprano y la noche era ideal,
no pensaba nada en especial, solo el celular que no dejaba de sonar le aturdía en su lenta caminata.

Veía que venía alguien muy apurado pero el humo de su cigarrillo no lo dejó ver, cuando de repente choca contra un cuerpo; ¿podrías tener mas cuidado la próxima vez, lo creés posible?

Era la chica del pastel vestida con unos jeans desgastados y una remera suelta, se veía bastante normal.

Lo tomó por total sorpresa, por su reacción y su belleza.
Le pidió disculpas, ella se alejaba, cuando se oyó un ¿¡cuánto me cobrás?!.
Ella se dió media vuelta y le dijo ¿cuánto tenés? abrió la billetera nervioso y sacó un billete de cincuenta.

Seguí soñando le contestó; mínimo un auto.
No tengo tanto y cerró su billetera con cara de decepción.

¿ Quién te dijo qué trabajo de eso? lo hubiese hecho gratis; el sonrió. Ella se tomó un taxi que la llevaría a casa.

El siguió camino y se encontró a sus amigos a los cuales insultó, y quienes obviamente no le creyeron ni media palabra de lo sucedido.

Solo faltaba una semana para la boda; ya había rendido su última materia y esta era la última jornada de su residencia.

Ya lo llamaban doctor y el sentía que su pecho se inflaba cada vez que lo escuchaba, se llevaba mal con un par de enfermeros pero solo era por su falta de profesionalismo que lo llevaba a cometer errores los cuales dejaba abandonados a terceros.

A la noche lo esperaba una velada romántica con su ya comprometida de casi 10 años y luego la fiesta en su honor.

Bajando las interminables escaleras de la facultad con su impecable delantal, tropieza con alguien al cual lo hace caer un par de escalones.

Asustado baja rapidamente; ¿disculpe esta bien?-
Si, solo la rodilla me sangra un poco, fué un raspón... que arde.

El rió, ella levantó su mirada y sorprendida también le sonrió.

Era la bailarina de aquella noche.

Jamás llegó ni a la cita ni a la fiesta en su honor...


jueves, 1 de abril de 2010

Ella

No es que ella recuerde cada caricia que el le regaló, sino que en su cabeza revoloteaba la forma en como sus dedos rozaban con cierta timidez y pasión, la curvatura de su espalda, sus finas piernas y su no tan perfecta panza.


Jamás se percató pero ninguno de sus amantes había actuado asi anteriormente; el había hecho algo que lo destacaba del resto; cierta mezcla de dulzura (ya casi olvidada por ella) timidez hermosa y lujuria reservada. Así lo describió.


La vuelta a casa a la madrugada se veía interrumpida por su sonrisa que era imposible de ocultar; se mordía suavemente el labio inferior mientras caminaba por una de las avenidas mas grandes del mundo y por momentos podía sentir todo su cuerpo de vuelta junto a ella.



Los hombres que iban a trabajar la miraban diciéndole obscenidades, ella les era indiferente por primera vez en su vida; nadie le podía quitar de su mente ni de su piel esa sensación.



Cansada llegó a su casa, tomó un café y se acostó, la inundó el miedo ¿por qué no podía sacárselo de la mente? , justo ella que sabía jugar el juego, que iba segura a ganar ó directamente ni a apostar, la habían desvalijado y tan solo ¡unas simples caricias!



El día siguió su curso, aprovechó para juntarse con una amiga que hace tiempo no veía, le sonaba el celular y ella esperaba(aunque ya había aprendido a no hacerlo) tal vez un mensaje.



Recordó viejos amantes, los comparó, definitivamente el era distinto, el le había dado algo mas, eso era lo que tal vez la perturbaba...ella que creía que mas no se podía, que ya había conocido todas las formas, todas las sensaciones, le faltaba eso para completar su álbum de experiencias.


No voy a esperar nada, se dijo, ya sé como es esto, ya fué.


En ese momento escuchó un ruido, era la pc y él que se había ido de viaje la recordó saludándola con un simple hola, tal vez también recordando sus caricias.